?Han pasado cincuenta aƱos desde que XosĆ© Humberto Baena, JosĆ© Luis SĆ”nchez-Bravo, Ramón GarcĆa ?militantes del FRAP?, Jon Paredes, Txiki, y Ćngel Otaegui ?de ETA? fueron fusilados la madrugada del 27 de septiembre de 1975 en el postrer intento del r Ć©gimen por prolongar el franquismo sin Franco. Para unos, estos jóvenes de poco mĆ”s de veinte aƱos fueron luchadores antifranquistas que dieron su vida por la libertad; para otros, simples terroristas que pagaron con ella las que antes habĆan arrebatado. Cometieran o no los delitos por los que se les condenó, lo cierto es que fueron vĆctimas de un simulacro de justicia que los sentenció antes de juzgarlos. Las pruebas incriminatorias se obtuvieron mediante torturas o se manipularon burdamente y se los privó de las mĆnimas garantĆas de defensa. Si la pena de muerte es despreciable en sĆ misma, mĆ”s aĆŗn lo es cuando en torno a ella se oficia una mascarada que intenta dotarla de legitimidad. Es probable que muchos de quienes nacieron tras la muerte del dictador no conozcan este episodio o tengan una vaga referencia de Ć©l. Carlos Fonseca lo recupera con el testimonio de los protagonistas, sus familiares, amigos, abogados y compaƱeros de militancia, y lo acompaƱa de documentación inĆ©dita que arroja luz sobre los pormenores que rodearon las Ćŗltimas penas de muerte en EspaƱa.

























