En la civilización occidental, la educación ha constituido un instrumento de base que ha determinado los sucesivos cambios del orden social y de la cultura intelectual de todos los paĆses integrados en ella. La educación, ademĆ”s, ha servido de vehĆculo transmisor de las distintas tradiciones culturales entre sĆ, facilitando su conocimiento, contribuyendo a su adopción y manteniendo un proceso fecundo.Ā
El segundo tomo bosqueja el desarrollo en Europa de la cultura a partir de los fundamentos en que se asienta en la Ć©poca carolingia y va progresando a lo largo del medioevo europeo, especialmente en Italia, Francia, EspaƱa, Alemania e Inglaterra, hasta alcanzar su mĆ”xima expansión y refinado desarrollo en el siglo XVI que se cierra con el intento de la CompaƱĆa de JesĆŗs en pos de la implantación de un mĆ©todo didĆ”ctico vĆ”lido para todos los paĆses europeos.
Atención especial se aplica al estudio de las instituciones medievales y del papel que desempeƱan especialmente las escuelas catedralicias y de gramĆ”tica, lo mismo que las nacientes universidades. Ocupa, desde luego, un lugar destacado el examen de la aportación a la cultura occidental de las grandes figuras de la Ć©poca: Abelardo, santo TomĆ”s de Aquino, Erasmo de Rotterdam y Lutero. Una apreación equilibrada y profunda se acomete al tratar de la importancia que alcanza el humanismo nacido en el llamado renacimiento italiano y propagado en toda la Europa occidental hasta prevalecer en el pensamiento pedagógico y en las prĆ”cticas escolares de la Ć©poca. Es un hecho comprobado que la recuperación de la tradición clĆ”sica apuntó esencialmente al logro de la virtud en su pleno sentido humano y dio como resultado final una sĆntesis de la cultura clĆ”sica y cristiana aceptando como hecho implĆcito que el mĆ”s alto empeƱo de la educación era alƱcanzar el modo cristiano de vida. El proceso que lleva a tal conclusión se expone en contraste con los variados debates y controversias que caracterizan este perĆodo histórico.

























