Otro fantasma recorre la memoria de quienes vivieron en la UniĂłn SoviĂ©tica: el silencio de las mujeres que sufrieron el control patriarcal del Estado, la religiĂłn y la tradiciĂłn. Su trauma lo arrastra el tiempo de una generaciĂłn a otra hasta que un dĂa alguien recuerda, habla y pone nombre a aquello que permanecĂa acallado. Małgorzata Nocuń ha hecho de la escucha literatura. Ha recorrido el territorio Ăntimo en el que las hijas heredan de sus madres la memoria del hambre, la miseria y la muerte, y se ha convertido en testigo atenta de una constelaciĂłn de conversaciones y testimonios que iluminan una cara del siglo xx que permanecĂa en la penumbra.
Con un estilo preciso e incisivo, heredero de maestras de la escritura de no ficciĂłn como Svetlana AleksiĂ©vich o Hanna Krall, Nocuń levanta con El amor ha sido mi Ășnica culpa un refugio en el que resuena la historia de cerca del millĂłn de partisanas, conductoras y francotiradoras que combatieron en el EjĂ©rcito Rojo o de las mujeres soldado que hoy conforman casi un tercio de la milicia ucraniana. De las que, atrapadas en el sitio de Leningrado, recitaban de memoria los versos de Anna AjmĂĄtova para paliar el hambre. De las que ondearon la bandera roja seducidas por la utopĂa de los sĂłviets y de las disidentes que acabaron en los sĂłtanos de la Lubianka, el putrefacto corazĂłn del KGB. De todas las «enemigas del pueblo» que perdieron el nombre propio en el gulag o que pasaron su juventud en las fosas de la psiquia- trĂa soviĂ©tica. AquĂ estĂĄn las voces de un imperio que se desmorona y que tras su derrumbe ha dejado a la vista su estructura de violencia.
TraducciĂłn de Agata Orzeszek y Ernesto Rubio, Premio Nacional de TraducciĂłn.

























