A la bella durmiente original no la despertaron de un beso, la violaron mientras dormĆa, Āælo sabĆas? Hablemos abiertamente.
Todos conocemos a mujeres a las que han violentado, muchas mƔs de las que pensamos. Por lo tanto, tambiƩn conocemos a violadores, aunque nos resistamos a creerlo.
Pedro (nombre ficticio), condenado por varias agresiones sexuales, contaba cómo su barrio se volcó con Ć©l cuando los casos salieron a la luz “decĆan que yo no podĆa haber sido”, “las chicas eran las que mĆ”s me defendĆan, yo flipaba”, decĆa.
No son aquellos monstruos que pensĆ”bamos, Āæcrees que tĆŗ podrĆas detectarlos? La historia y los cambios sociales nos dicen que no es nada fĆ”cil. Nada es tan blanco o negro como nos gustarĆa, ni siquiera una escala de grises, sino infinitas tonalidades de color.
Entre tanto caos, necesitamos poder delimitar al menos unas lĆneas rojas que nos permitan movernos con cierta seguridad e identificar el peligro.

























